El trampantojo de los grupos de whatsapp
YOLANDA ÁLVAREZ

Aún recuerdo el día en que fui añadida al prestigioso grupo gastronómico-gourmet “Ñamies”. Fue su fundadora, justo después de verme meter al microondas mi tortilla emplasticada “ready-to-go” de alguna marca blanca que ahora mismo no recuerdo.
Nos habíamos conocido en un espacio de coworking y lo nuestro fue amistad a primera vista. Compartíamos intereses personales y profesionales, pero sobre todo nos reíamos hasta llorar con las mismas chorradas, muy fans las dos de monstruos como Martes y 13 o Chiquito de la Calzada.
Gastronómicamente hablando, yo no estaba (ni de lejos) a su altura, pero compartíamos pasiones como el vino, los tomates aliñados (que yo siempre acompañaba con una latita de atún al comer en el coworking), el queso, la empanada y la tortilla de patata (¿¿Quién puede no amar todo eso??).
La armonía gastronómica fluía en nuestra amistad hasta aquel fatídico día de la tortilla prefabricada y el microondas. “¡Pero Yola!, ¡por Dios! ¿¿vas a comerte eso??”. Pensé que todo había terminado entre nosotras y sin embargo aquella misma tarde, “Ñamies” se metieron en mi whatsapp y en mi vida.
Mi pensar inicial de: “¿qué pinta una zolocha del comer como yo en un gastro-grupo como este?” se disolvió rápidamente entre platos caseros y exóticos, consultas desesperadas para conseguir 1kg de ostras en Soria, recomendaciones de sitios chulos donde disfrutar de la comida y de la vida (unos más de lux, otros más cutres) … Fotos, audios, preguntas, respuestas, recetas…. Y risas, muchísimas risas.
Las ñamies son parte de mí y yo soy parte de las ñamies. Y ahora todas saben que cuando visito a mis padres, mi madre me hace comer un kiwi en ayunas “para mejorar el tránsito”. Y yo he conseguido dignificar el kétchup como ingrediente culinario, al maridarlo con soja y cebolla, en mi receta de “pollo malamadre”. Si yo soy ñamie, cualquiera puede… Lo importante es la actitud: divertirse y disfrutar con la comida.