¿Dónde comemos hoy?
CHELO MIÑANA

Pasar un buen rato, es lo que siempre hay que buscar cuando se empieza a pensar en reservar un restaurante, y para eso, que la ocasión lo merezca y que la compañía acompañe se convierten en imprescindibles de una decisión para la que simplemente hay que tener claro que se quiere disfrutar.
Quizá por defecto profesional para mi elegir un restaurante es algo complejo, también tengo que reconocer que el momento se convierte en una mezcla de diversión y dudas porque si dejan en tu mano la elección, te conviertes sin pretenderlo en anfitrión del momento.
Sorprender, descubrir rincones nuevos, disfrutar con lo ya conocido, dar juego a la maravillosa tradición o dejar que te envuelvan las mil caras que tiene la gastronomía y sus formas de entenderla. Son tantas las razones por las que elegir un restaurante u otro que estaríamos jugando a un tetris sin final si pretendiéramos elegir solo uno para siempre.
Hablamos muchas veces de nuestro restaurante preferido, pero si lo pensamos detenidamente, tenemos un preferido diferente según nuestro estado de ánimo, según la compañía y el día de la semana, según la temporada, porque algunos restaurantes son referencia por enaltecer en los fogones los maravillosos productos que tienen fecha de aparición y desaparición en el calendario.
Van cambiando nuestros gustos en materia gastronómica, crece nuestra curiosidad por las cartas de vino bien construidas habiendo pasado antes por los refrescos, las cañas con limón o el calimocho, tenemos la posibilidad de comer de pie, de saborear un sabroso menú del día, de optar por la comida temática o de darnos un homenaje con mantel de lino … tantas posibilidades como personas diferentes y momentos se quieran crear.
Si hay algo que de verdad hay que tener en cuenta cuando elegimos vivir una experiencia en un restaurante, es que desde el mismo momento en que reservamos por teléfono, por mail, por whatsapp o simplemente entramos por la puerta, empieza a actuar la magia de la hostelería, por eso nos gusta tanto, por eso no es lo mismo quedarse en casa, por eso los productos nos saben mejor y los vinos más ricos, porque ir a un restaurante es más que comer.
Un restaurante se compone de mil accesorios que se combinan para gustar más o menos a depende quien entre por la puerta. El tipo de comida, el color de las paredes, los tipos de silla, el uniforme de los camareros, los platos, las mesas, las cartas que ahora se han visto reducidas a un código qr, la cercanía del trato … ¿seguimos? Todos iguales y todos tan distintos, por eso son maravillosos y por esa razón estamos deseando llenarlos de vida.